Un Cambio Revolucionario

Descubrimos entre bastidores el inspirador programa Work to Ride de Filadelfia (EE. UU.) junto a tres jugadores que contribuyeron a su fama en el panorama nacional.

Un tranquilo lunes de enero, encontramos a Lezlie Hiner arreglando las tuberías heladas del centro ecuestre Chamounix. Es el único día de la semana que Hiner puede ocuparse del papeleo y de poner orden en los establos. Los otros seis, el centro ecuestre está repleto de niños y jóvenes de Filadelfia de entre 7 y 19 años que juegan al polo, aprenden a montar a caballo, cuidan de los animales, limpian los establos, estudian y pasan el tiempo.

Así ha sido durante 25 años, desde que Hiner fundó el programa Work to Ride en los establos del histórico Fairmount Park de Filadelfia. El parque está ubicado entre dos de los barrios más pobres de la ciudad, Filadelfia oeste y norte, por lo que los aproximadamente 60 niños y niñas del programa pueden ir andando a las instalaciones, un dato importante, ya que a menudo es la única opción de transporte que pueden permitirse, afirma Hiner.

Work to Ride es muchas cosas a la vez. Es un lugar donde los jóvenes con dificultades económicas de los alrededores de Filadelfia pueden aprender a montar a caballo y a jugar al polo, pero también se les enseña a ser responsables: para formar parte del programa, los niños tienen asignado un día a la semana para mantener en orden los establos (y reciben un salario por ello) y deben sacar buenas notas; además, Work to Ride les ofrece clases particulares extraescolares y becas para campamentos de verano. Los demás días de la semana, cuando los niños no están en clase, se ocupan de convertir Work to Ride en un programa que ha ganado un par de Campeonatos Nacionales Interescolares en los EE. UU. Cuando los niños alcanzan cierta edad, también tienen la oportunidad de participar como voluntarios a través de la iniciativa “Counselor in Training” y de obtener empleos de verano.

Al parecer, el polo es una gran motivación. “Algunos de los niños tienen una naturaleza muy atlética, lo que ayuda bastante”, explica Hiner. “Pero, como cualquier otro atleta, para ser bueno en lo que se hace se necesita práctica. Hay que dedicarle tiempo”.

A pesar de todos los títulos conseguidos a nivel nacional, el programa sigue teniendo los mismos objetivos que el año de su lanzamiento, cuando Hiner dejó su puesto corporativo en una oficina de 9 h a 5 h para crear Work to Ride. “Queremos que saquen buenas notas, queremos que tengan acceso a un mundo más amplio, darles todas las oportunidades que podamos y enseñarles todas las cosas nuevas que se encuentren a nuestro alcance”, comenta. “Hemos pasado de intentar que acaben el instituto a hacer hincapié en que lleguen a la universidad. Aunque no vaya a ser para todo el mundo. No les formamos para que sean jugadores de polo profesionales. El polo es solo el medio”.

Ese medio les ha ofrecido una oportunidad fantástica a muchos alumnos de Work to Ride, especialmente a los protagonistas de la campaña de primavera de hombre de Ralph Lauren, como los hermanos Kareem y Daymar Rosser, que han sido ganadores de varios campeonatos y han aparecido en el programa Real Sports de HBO. A Malachi Lyles, un joven aspirante a estrella del polo, también le ha sonreído la vida gracias al programa, ya que ha ganado varios reconocimientos de torneos de estrellas y ha conseguido un contrato como modelo. Es la prueba viviente de que Work to Ride funciona. Las estrellas de nuestra campaña de primavera nos cuentan sus historias.

Daymar Rosser

Daymar Rosser era el jinete más pequeño cuando sus hermanos le inscribieron en el programa Work to Ride en Filadelfia con 5 años. “Me daba miedo lo grandes que eran”, dice Rosser, refriéndose a los animales, que pesan unos 500 kg. “Mis hermanos me decían: no tengas miedo, los caballos son buenos”.

Poco a poco superó su miedo y ahora, 20 años más tarde, Rosser se considera un “encantador” de caballos. Y puede que encantador de caballos no le haga justicia. Mientras participaba en Work to Ride, Rosser fue dos veces campeón interescolar nacional (una de ellas junto a su hermano mayor Kareem) antes de recibir la invitación de un antiguo compañero de equipo del programa para ayudarle a lanzar el equipo de polo de la Universidad Roger Williams en Bristol, Rhode Island. “Tuvimos que convencer al departamento deportivo de que jugábamos al polo”, dice, riéndose. “Porque, obviamente pensaron: ‘¿estos chicos negros jugando al polo? Eso no va a pasar’”.

Pero sí que pasó, y a lo grande: Rosser fue el capitán del equipo durante el Campeonato Nacional Interuniversitario en el segundo año del programa. “Aún recuerdo el sentimiento que tuvimos ese año”, explica Rosser, que ahora compagina unas prácticas en una agencia de marketing de Filadelfia con invitaciones a torneos profesionales, como el 20 Goal East Coast Open en el Greenwich Polo Club de Connecticut, y su trabajo como gerente de establos en Work to Ride. “Empezamos desde abajo y nadie creía en nosotros, pero éramos un equipo motivado y con un objetivo claro: ganar y hacer famosa nuestra escuela. En todos y cada uno de los partidos estábamos listos para jugar al polo”.

Kareem Rosser

Kareem Rosser ha recibido numerosos premios del polo interuniversitario. En 2011, cuando capitaneó al equipo de Work to Ride (el primer equipo de polo compuesto en su totalidad por atletas negros o afroamericanos) en el Campeonato Nacional Interescolar, fue nombrado Jugador de Polo del Año por la Polo Training Foundation. Cuando lideró al equipo de la Universidad del Estado de Colorado en el Campeonato Nacional Interuniversitario en 2015, también fue nombrado Jugador del Año. Incluso una vez fue invitado a jugar en el célebre equipo Black Watch de Nacho Figueras.

Pero Rosser explica con su voz suave y afable que aún le sorprende que el polo le haya permitido viajar por todo el mundo, a lugares como Tianjin, en China, o Kaduna, en Nigeria. “Muchos jugadores de polo citan a Winston Churchill, que dijo: ‘Un hándicap en el polo es un pasaporte para el mundo’. Y de verdad lo es. Es un deporte muy global, y único”, observa Rosser.

Rosser reconoce el mérito de Work to Ride por haberle ofrecido la oportunidad de evolucionar no solo como jugador de polo de primera categoría, sino también como persona. “Me ha permitido descubrir quién soy y me ha ofrecido alternativas que normalmente los niños que se crían en el oeste de Filadelfia no tienen”, afirma. “Creo que, sin Work to Ride, habríamos seguido el mismo camino que la mayoría de los jóvenes de nuestro barrio: la delincuencia y las drogas”.

Tras graduarse en la Universidad del Estado de Colorado, Rosser volvió a Filadelfia para ocupar un puesto de trabajo en un banco tras conocer a su nuevo jefe, que también juega al polo. Además, Rosser se sirve de sus conocimientos financieros para poner su granito de arena como director ejecutivo del programa de recaudación de fondos Friends of Work to Ride. “Ahora mismo me centro en lanzar una campaña de captación de fondos para poder institucionalizar y hacer que el programa crezca, y poder así ayudar a más niños”, explica. “Creo que podemos cambiar la vida de más personas”.

SHARIAH HARRIS

Cuando un día, hace más de doce años, la madre de Shariah Harris se equivocó de camino mientras conducía y se topó con el establo del oeste de Filadelfia del programa Work to Ride, nadie sospechaba que Harris un día se convertiría en una de las jinetes más revolucionarias de la historia del polo. Pero Harris se aficionó rápido a los caballos; nunca les tuvo miedo, ni siquiera cuando empezó a jugar a polo. En un deporte mayoritariamente de hombres, ella resultó ser una líder natural y sus habilidades eran innegables.

No fue ninguna sorpresa que, tras sufrir una lesión en la espalda antes del prestigioso torneo Silver Cup en el Greenwich Polo Club en 2017, la propietaria del equipo Postage Stamp Farm Annabelle Garrett eligiera a Harris como su sustituta. De este modo, Harris se convirtió en la primera mujer afroamericana de la historia en jugar en el más alto nivel del polo estadounidense. “Sigo sin quitármelo de la cabeza”, explica Harris, que había conocido a Garrett en un torneo de Argentina y se quedó de piedra cuando recibió su llamada. “Fue un momento importantísimo para mí, el hecho de estar jugando con y contra los profesionales que he admirado desde que empecé a seguir este deporte”, comenta. “Había visto sus partidos, pero estar en el campo jugando con ellos fue algo alucinante”.

La repercusión de esa experiencia fue incluso mayor para Harris, quien se había criado en una familia con pocos ingresos y nunca se había subido a un caballo hasta que su madre se equivocó fortuitamente de camino. “Vi la influencia que estaba teniendo en otras mujeres de color, que se sentían inspiradas por lo que hacía”, afirma. “Mucha gente a la que no conocía fue a verme jugar en el torneo Silver Cup. Me querían presentar a sus hijas. Eso hizo que me diera cuenta de que lo que estaba haciendo era algo más que jugar un partido de polo”.

En la actualidad, Shariah Harris, que tiene 21 años y es estudiante de tercero en la Universidad Cornell, se dedica a estudiar Ciencias Animales y a liderar el equipo de polo femenino hacia las semifinales del Campeonato Nacional Universitario, a la vez que ejerce como mentora para niños a través del programa Work to Ride. Su consejo para los jóvenes jugadores de polo es el siguiente: “Confía en ti mismo y en los caballos”, recomienda. “En mi opinión, eso es lo que te hace ser un mejor jugador y jinete: la valentía”.

Su objetivo para el año que viene es ayudar al equipo de Cornell a ganarlo todo. Después de graduarse, tiene pensado solicitar una plaza en el programa altamente competitivo Team USPA de la Asociación Estadounidense de Polo, que guía y forma a jóvenes jugadores y jugadoras, y les ayuda a convertirse en profesionales. “Cuando estoy enfadada o me siento frustrada, los caballos me reconfortan”, comenta. “Cuando estoy jugando, siempre me siento a gusto”.

Malachi Lyles

Cuando Malachi Lyles tenía 11 años le encantaban las atracciones del parque en las que se podía montar en pony. Su madre encontró el programa Work to Ride en Internet y lo inscribió en el campamento de verano. No tardó mucho en engancharse, pero no sin antes sufrir un par de incidentes. “Recuerdo mi primera o mi segunda clase con el programa: mi caballo empezó a galopar y me asusté un poco”, explica. “Son animales muy grandes y es difícil controlarlos”.

Hoy en día, a sus 18 años, Lyles se siente muy cómodo en el entorno equino. Tan cómodo que se le considera una futura estrella del polo, ya que ha formado parte de varias selecciones en torneos de equipos formados por estrellas. Pero su mayor logro en el polo ha sido poder jugar con dos de los mejores jugadores del mundo. “En abril del año pasado fuimos a Wellington, Florida, y pudimos jugar con Facundo Pieres y Adolfo Cambiaso”, cuenta. “Es algo con lo que literalmente había soñado”.

Lyles recibió su educación en casa y ahora es profesor en el mismo campamento en el que empezó, labor que compagina con su carrera de modelo con la agencia Fetch Models. “Jugar al polo permite viajar por todo el mundo. Y ser modelo también. Me gustaría aprovechar esta oportunidad para ir al extranjero y ver cómo me va. Quiero usar estos dos medios para llegar tan lejos como pueda”.

Ambos mundos se unieron para Lyles cuando Work to Ride se convirtió en el protagonista de la campaña de primavera de Ralph Lauren. “Lo tenía anotado en un cuaderno donde apunto mis objetivos”, comenta. “En junio del año pasado escribí: ‘Voy a hacer de modelo para Ralph Lauren’, y cuando me di cuenta, se había hecho realidad”.

Ralph Lauren se enorgullece de colaborar con la fundación Work to Ride a través de una beca que financiará directamente los estudios universitarios de los atletas de secundaria seleccionados por Work to Ride.

Más información sobre Work to Ride en WorktoRide.net.

Maxwell Williams es un escritor y perfumista con base en Los Angeles. Sus textos se han publicado en L’Officiel, Vogue y Condé NastTraveler, entre otros.
  • Photographs by Scott Rudin